Anecdotario

ANECDOTARIO.

[sgmb id=”1″]

Siete años de búsqueda han terminado. Bautista Ambriz del barrio del Costal, me prestó su cuadernito con la letra del Alabado, versión Purépero. Este canto religioso debe de ser muy antiguo, tal vez traído por los españoles en el siglo XVI.
Este canto tiene un anecdotario rico a su derredor. El Lic. José Longinos Flores refiere que su estilo interpretativo se parece mucho al tono que usa el almuecín, desde lo alto del alminar dirigiendo las cinco oraciones cotidianas del Islám.



Hace 50 años, aquí se cantaba en algunos velorios y al fin de la cosecha. Bulmaro Rico, dice que él escuchó ese canto en las voces de Chuche, “Pitiollo” y José el de Abelina, en un velorio del barrio de la Estilla. Y agrega que se le enchinó la piel.
Dónde más se cantó fue en el barrio del Costal. Allí vive la pareja que lo cantó por mucho tiempo: Tista y Teo. ( Bautista y Aristeo Paz) Quienes gentilmente están enseñando la música del Alabado a Miguel Chávez, Agustín Jiménez y Bulmaro Rico, por ahora, pues el coro no se consolida aún.
Para mí este cántico tiene un valor antropológico por dimensionar, aparte de la religiosidad, que demuestra nuestro origen español.


Me es indiferente sí se pone de moda o no, el canto. La afición a la historia oral y escrita, me subyuga. Me agradó rescatar el Alabado y basta.
Les decía que su anecdotario es rico en verdad. Les narro una serie de casos, verbalmente escuchados en el tiempo de la indagación.
Octaviano Zavala, cuenta que él lo escuchó en Nahuatzen, cuando era conductor de autobuses y dormía en la unidad móvil. Lo despertó Toño el “Remache” y lo invitó a ir a la casa donde se cantaba el Alabado. Que el plato de churipo que le ofrecieron, dice Zarco, no mitigó en nada la rara sensación,del tono fúnebre del cantar y prefirió irse a dormir al autobús.


Recalco el efecto que produce escuchar el Alabado, diferente en cada persona. Leobardo Zúñiga, me dijo: yo nunca lo canté, pero cuando lo escuchaba me daba tristeza. –¿Miedo? –No. –Tristeza.
Tista, nos narró la siguiente apreciación suya: en el velorio de la mamá de Carlos Espinosa, vecino de la calle Cuauhtémoc, YO ví y sentí que un fuerte viento sacudió el guayabo del patio y tumbó los candeleros y apagó las velas. YO lo vi, dice Tista.


También, Roberto Benitez narra la siguiente anécdota, con la etiqueta de YO LO VI. Salimos, dice, de un velorio en el barrio del Costal, estábamos jovencitos: Francisco González el “Tío”; Emilio Contreras, Luis y Ramiro Álvarez. Yo era el mayor del grupo, Ramiro el menor. Por razón natural nos tomamos un cafecito o dos con piquete, afirma Roberto. Salimos cantando el Alabado, rumbo a nuestras casas y al pasar el puente del Indio, prendí un cerillo y un viento fuerte lo apagó, pero antes vimos un perrito. Los sombreros (indispensables en ese tiempo) se subieron por los pelos de punta.


En el segundo intento por prender los cigarros, encendí otro cerillo y vimos no al perrito sino un perrote rascando las piedras de la cerca. Imagínate nuestro susto. Y el de Ramiro que siendo muy joven, quería que los acompañáramos hasta su casa.
La mía, cómo casi todas las búsquedas, tuvo momentos de desesperanza, ahora, Jesús Robledo hijo de don Eduardo Robledo, me enviará de Jalisco dos versiones: El Alabado Grande y el Chico y además un anecdotario de 15 páginas.


De San Antonio Ocampo me están enviando su versión, mediante una hija de Roberto Benitez que allá vive .


Pronto, El Alabado versión Purépero circulará en Palestra y en hojas sueltas, para su divulgación, por ahora es conveniente esperar un poco para depurar la letra y tal vez conservar los anacronismos sabrosos que tiene.
En cierta ocasión trascribí aquí un trozo de ese canto, versión San José de Gracia, que circula por el mundo pues “Pueblo en Vilo” de Don Luis González González, fue traducido a varios idiomas.
Esta vez, trascribo el principio de la versión Purépero, que dice así:


Gracias te doy, Gran Señor, alabo tu gran poder;
Pués, con el alma en el cuerpo me has dejado anochecer:
Así te pido, Dios mío, me dejes amanecer
En gracia, y servicio tuyo y sin llegarte a ofender.

 

El proyecto contempla también la escritura de la música, con la ayuda de Jesús Robledo, hijo del cantor de Purépero por más de 50 años, de quien guardo un grato recuerdo. A él dedico el rescate de este viejo cantar, versión local que, no dudo, le gustaría entonar.

Facebook Comments Box